lunes, 2 de noviembre de 2009

La Gloriosa revolución Inglesa(1642-1689)



La revolución de 1688, una "sangrienta revolución", un vuelco político completo, respondió a todas las cuestiones esenciales del siglo en favor de una monarquía limitada o parlamentaria y estableció el modelo constitucional de la vida política inglesa que ha persistido hasta el presente. Se aprobó una "Bill of Right" (Ley de Derechos, una de las leyes fundamentales de Inglaterra) y se cumplió la "Glorious Revolution" (Revolución Gloriosa). Su resultado principal fue el establecimiento de la soberanía parlamentaria por encima de la corona. El parlamento instituyó un rey y regulaba el derecho de sucesión al trono. En la política exterior el parlamento decía la última palabra.La Ley de Derechos negaba enfáticamente el derecho real de suspender las acciones del parlamento o de interferir en el curso normal de la justicia. Sentó una base para la permanente difusión de las libertades civiles en la generación después de 1688. Se estableció, por ley, la tolerancia religiosa y la libertad a partir del arresto arbitrario; se puso fin a la censura de prensa. El rey debía convocar al parlamento cada año, porque no podía pagar o controlar sus fuerzas armadas sin su consentimiento. Estas reuniones periódicas fortalecieron las partes e hicieron que el rey dependiera de su apoyo. La revolución no estableció la democracia, sino el control de los enriquecidos propietarios de tierras y los comerciantes, así como sobre los órganos centrales y locales del gobierno inglés.La revolución también produjo una clara medida de tolerancia religiosa. Otro de los resultados de la revolución fue unir a la corona y al parlamento en la política exterior, de ese modo, se volcaron las energías de una generación de ingleses desde los asuntos internos hasta la guerra externa.El gobierno inglés fue capaz de reunir dinero para costear sus guerras de una manera prohibida para el resto de los gobiernos europeos excepto el alemán. La fundación del Banco de Inglaterra en 1694 fue un acontecimiento importante en la historia de las finanzas públicas del país. Durante todo el siglo siguiente, la riqueza de Inglaterra y su poder marítimo concedieron al reino de la isla un notable poder más allá de sus áreas y poblaciones.El Tratado de Utrecht (1713) otorgó al poder marítimo inglés una posición casi sin igual, así convirtió a Inglaterra en la nación más poderosa de Europa de los próximos cincuenta años. La revolución también favoreció indirectamente la unificación de las Islas Británicas - Inglaterra, Irlanda y Escocia. La revolución de 1640 y la gloriosa revolución de 1688 constituyeron las primeras de aquellas revoluciones ocurridas en los estados del oeste moderno que pusieron fin a la monarquía absoluta de derecho divino y eventualmente entregaron el control del gobierno a las clases medias. Derechos inalienables, gobierno por consenso, separación de poderes, el derecho de revolución fueron las ideas esenciales de la Gloriosa Revolución. Estas fueron las ideas que parecieron en sí verdades evidentes para los norteamericanos en 1776 y para los franceses en 1789 y que crearon un nexo entre las revoluciones inglesa, norteamericana y francesa.

Siglo de Oro Español(siglo XVI-XVII)



Podríamos considerar que el Siglo de Oro español comienza en la segunda mitad del siglo XVI, cuando tras las crisis sociales surgidas en Castilla, Valencia y Mallorca, Carlos I estabiliza su Imperio y consolida un Estado Moderno con una Monarquía absoluta. Social y económicamente, España encara una fase de expansión. La plata de los tesoros que se extraen de América, así como la herencia que el Rey acopia en sus manos de reinos de medio Europa favorecen al desarrollo del país.


La creatividad y la producción artística empiezan a desarrollarse poco más tarde, a finales ya del siglo, con el Renacimiento. Entrados ya en el XVII, y mientras la sociedad española empieza a vivir su declive, producto de la progresiva ruina a la que se ve sometido el Estado español para mantener todas sus colonias, el Siglo de Oro, en su vertiente cultural llega a su auge de la mano de nuevas corrientes artísticas: el Manierismo y el Barroco.
La expulsión de los moriscos, las guerras de separación de Portugal y Cataluña, los bandidos, la falta de recursos que provenían de América, cada vez más escasos, inciden en el proceso expansionista del Imperio. Comienzas las derrotas exteriores y con ellas, el desmembramiento del Reino.
Pero tradicionalmente, hablar del Siglo de Oro español, es relacionarlo con la cultura. Juan Luis Vives, seguidor de Erasmo, los hermanos De Valdés, o Francisco de Vitoria, fueron los primeros que comenzaron a destacarse en el ámbito literario, todos de marcado índole económico, como poco más tarde, lo fueron Martín de Azpilcueta y Tomás de Mercado. Las ciencias experimentales comenzaron a florecer. Surgieron centros de estudio como la Casa de la Contratación o la Biblioteca de El Escorial. Y como consecuencia, se desarrollaron otras ciencias aplicadas, como las navales, la cartografía o la minería.
Paralelamente, a mediados del XVI, la literatura renacentista también empezó a dar sus primeros frutos importantes de la mano de Garcilaso de la Vega, de clara inspiración italiana, y de Fray Luis de León. en novelas, surgió con fuerza el género picaresco con “El Lazarillo de Tormes” en el año 1554. En literatura mística, Teresa de Jesús se convirtió en una de las grandes poetas no de la época, sino de todos los tiempos de la literatura hispana.
Ya en el siglo XVII, la crisis económica y social, fomentó el gusto por el espectáculo; las clases populares dieron un paso al frente e intentaron en el campo de las artes ofrecer una expresión al mundo de la situación qeu se vivía. La ostentación, la extroversión… el Barroco español conoció una época gloriosa: Francisco de Quevedo, representante del conceptismo, firme defensor de la moral, y gran escritor de poemas amorosos. Luis de Góngora, el mayor exponente del culteranismo con su “Fábula de Polifemo y Galatea” (1613). Los ensayos renacen con Baltasar Gracián y su “Criticón“, y sobre todo, la narrativa hispana de la mano del propio Quevedo con su “Buscón“, Mateo Alemán y su “Guzmán de Alfarache” o Miguel de Cervantes con la obra cumbre de la literatura española: “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha“.
Por último, enmarcado también dentro del Barroco español, no podía quedarse atrás el teatro, y de esta época es también nuestro mayor exponente, el Fénix de los Ingenios, el prolífico dramaturgo Lope de Vega, autor de grandes obras como “El Caballero de Olmedo” o “Fuenteovejuna“. Tirso de Molina, con “El burlador de Sevilla” o Calderón de la Barca, otro de nuestros grandes autores, con “La vida es sueño” y “El Alcalde de Zalamea“, son también claros representantes de nuestro Siglo de Oro.
Pero no sólo en el terreno literario destacamos en esta época, pues este boom artístico llegó a otras ramas artísticas como la arquitectura, con la construcción de el monasterio de El Escorial, obra de Juan de Herrera.
En pintura, El Greco, José de Ribera, Zurbarán, y sobre todo, Murillo y Velázquez se convirtieron maestros de talla mundial: “La Rendición de Breda“, “La venus del Espejo“, “Las Hilanderas“…


El Siglo de Oro fue para todos un grito a los sentidos, a la expresión en todas sus artes, a la elevación del espíritu, y a la grandeza de un Imperio venido a menos, pero que durante más de un siglo se convirtió en el centro mundial artístico. El Siglo de oro es , hoy por hoy, nuestro Siglo.

lunes, 28 de septiembre de 2009

El Congreso de Viena y La Santa Alianza(1814)



Los orígenes
La derrota de Napoleón fue entendida por los mandatarios europeos como la derrota de la Revolución Francesa. Manteniendo este postulado como base, se pretendió que la derrota de Napoleón no tuviera como consecuencia la mera repartición del mapa europeo, sino la recomposición del Antiguo Régimen y la eliminación de los principios ideológicos ilustrados que, a juicio de los vencedores, habían producido el fenómeno revolucionario. De ahí que la palabra en boga sea "Restauración", reposición del antiguo estado de cosas.
La ideología de la Restauración
La filosofía política de la Restauración tiene en Novalis, De Maistre y Burke sus más claros representantes. Todo aquello que combatieron los ilustrados del siglo XVIII vuelve a ser la ideología oficial: Se opone a la noción ilustrada de progreso la de tradición; a la de tolerancia, la supremacía de la autoridad; a la razón como principio organizador de la vida, el espiritualismo.... todo responde a una idea muy vieja: LA ALIANZA ENTRE EL TRONO Y EL ALTAR.
Los principios políticos concretos que emanan de estos planteamientos (y que Gran Bretaña, más interesada en temas comerciales desdeña) son: Legitimidad: Tienen acceso al poder aquellos a los que Dios, por medio de la herencia, ha elegido. No importa que el gobernante no tenga la misma nacionalidad que sus súbditos, lo que importa es que sea legítimo.Absolutismo. Al obtener el monarca su poder de Dios, no debe someterse al control de los hombres. Por tanto, es rechazada la idea de una Constitución. En todo caso, el Rey podía conceder a sus súbditos una "CartaOtorgada", un documento por el cual el Rey se compromete por su gusto, a gobernar a sus súbditos de una forma determinada. Las Cartas Otorgadas, además de ser muy restrictivas en cuanto a derechos y representatividad, no deben de ser confundidas con una Constitución, ya que de entrada no se reconoce el principio de soberanía nacional. En resumidas cuentas, coexisten en Europa tres tipos de régimen político: Monarquías absolutas como Rusia, Austria o España; monarquías de Carta Otorgada como la francesa de Luis XVIII y monarquías parlamentarias.Equilibrio: Es un principio de inspiración británica. Sostiene que ningún país europeo debe destacar por encima de los demás. Esto tiene una doble lectura: se evitan conflictos en Europa y, por otra parte, Inglaterra queda como árbitro de la situación al poder inclinar la balanza a favor de uno u otro.Intervencionismo: Las potencias se comprometen a intervenir en aquellos territorios que, perteneciendo a otra potencia, sufrieran movimientos populares que pusieran en cuestión los otros principios señalados. Esto conduce a un sistema de alizanzas y foros de discusión, los congresos, que analizaremos más adelante.
Las potencias de Viena: sus representantes y sus intereses
Aunque todos los implicados en las gueras contra Napoleón tuvieron su sillón en Viena, la habilidad política de los ministros negociadores tuvo su importancia en el resultado final. El embajador francés, por ejemplo, acabó presentando a Francia como una potencia vencedora.


LA SANTA ALIANZA
Antes de que se disolviese el Congreso de Viena, el zar Alejandro I realizó una particular propuesta, la de crear una Santa Alianza con el fin de garantizar el mantenimiento del orden absolutista y reprimir cualquier intento de alterar la situación política de la Europa de la Restauración. Fue la Santa Alianza un acuerdo entre Rusia, Austria y Prusia, pero será transformada en realidad práctica por el ministro austriaco Metternich, naciendo el llamado " sistema Metternich ",es decir la posibilidad de poder intervenir militarmente en cualquier país contra movimientos liberales y revolucionarios.
Sin embargo, otro pacto: la Cuádruple Alianza, suscrita por Austria, Prusia, Rusia e Inglaterra, más eficaz y realista, sería el verdadero árbitro de la situación internacional, haciendo nacer la llamada " práctica de los Congresos ", que preveía la celebración periódica de conferencias tendentes a mantener la paz y hacer respetar los intereses comunes de la Europa de la Restauración. Los congresos, que se desarrollan entre l818 y l822, discuten las medidas a tomar frente a las inquietudes y desordenes de caracter liberal o nacionalista, los principales son: C. de Aquisgrán, Troppau, Laibach, Verona( este último supuso la intervención de un ejercito apodado como los Cien Mil Hijos de San Luis en España para restaurar en el absolutismo a Fernando VII)
Conclusión
En suma, la Europa de la Restauración que sale del ongreso de Viena, la Europa de la Santa Alianza, y, en definitiva, la Europa de los Congresos comienza a cuartearse a mediados de la década de los veinte. La arbitraria división de Europa que había nacido en Viena, asi como la imposición de soberanos "legítimos" sobre distintas nacionalidades/ pueblos traerá consigo un resurgimiento del movimiento nacionalista que, unido al auge del liberalismo llevará a Europa a una nueva época revolucionaria, serán las revoluciones de 1830 y de 1848.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Presidencia de Urquiza(1854)



Urquiza en la Presidencia
En marzo del año siguiente, los Colegios Electorales de las provincias lo elegían presidente de la Confederación Argentina, con el unitario sanjuanino Salvador María del Carril como vicepresidente. Asumió el 1ro de mayo de 1854.
Una de sus primeras medidas fue federalizar no sólo la ciudad de Paraná, sino todo el territorio de la provincia de Entre Ríos. De este modo, Urquiza seguía gobernando su provincia, aunque las municipalidades conservaron cierta autonomía.
Su gobierno se dedicó especialmente a la educación y a la instalación de tribunales de justicia. Nacionalizó el Colegio y la Universidad de Córdoba y el Colegio de Concepción del Uruguay. También hubo proyectos de construir un ferrocarril hasta Córdoba. Hizo construir edificios públicos en Paraná, y comenzó la instalación de colonias agrícolas de inmigrantes en su provincia y en el resto del país.
Durante casi la mitad del tiempo de su gobierno, no residió en Paraná, sino que gobernaba desde el Palacio San José, que se estaba construyendo cerca de Concepción del Uruguay. Durante sus ausencias lo reemplazó Del Carril, como establece la Constitución, pero éste tenía muy malas relaciones con el ministro del interior, Santiago Derqui; con el tiempo, ambos terminaron liderando partidos opuestos dentro del mismo gobierno.
Su gobierno fue, sin embargo, estorbado por la oposición de Buenos Aires, que protagonizó la secesión de la Confederación. Desde Santa Fe y Entre Ríos se lanzaron varios ataques hacia la provincia rebelde, pero éstos terminaron con la cruel represión de la invasión del general Jerónimo Costa, en 1855, que fue ejecutado sin juicio junto con casi todos sus oficiales.
En las relaciones exteriores, Urquiza logró la paz a cambio de la libre navegación de los ríos interiores, y reconoció la independencia de Paraguay. Se regularizaron las relaciones con la Santa Sede, rotas desde la Revolución de Mayo. Pero las embajadas más importantes se instalaron en Buenos Aires y no en Paraná, que era poco más que un pueblo sin ninguna comodidad.
El embajador en casi toda Europa era Juan B. Alberdi, que estableció relaciones cordiales con los países europeos. Su gestión más importante fue lograr el reconocimiento de la independencia argentina por España, pero cometió el grave error de conceder que los hijos de inmigrantes españoles fueran ciudadanos españoles. Eso significaba convertir a la muy necesaria inmigración en una amenaza a la nacionalidad argentina.
La economía también le trajo serios problemas, ya que el comercio exterior seguía pasando por Buenos Aires, y las finanzas estaban permanentemente en rojo. La emisión de papel moneda organizada por su primer ministro de economía, Mariano Fragueiro, fue un fracaso. Por ello se vio obligado a contraer empréstitos en el exterior, especialmente de la banca del brasileño barón de Mauá. Como la situación no mejorara, se sancionó la ley de "derechos diferenciales", con la cual se pretendía favorecer la entrada del comercio exterior directamente por los puertos de la Confederación, especialmente por Rosario.

Presidencia de Rivadavia(1826-1829)



Busto de Bernardino Rivadavia en la ciudad de América, partido de Rivadavia
En 1824 termino el mandato de Martín Rodríguez. Rivadavia decidió viajar a Londres, Manuel José García ocuparía su lugar. El cónsul inglés iba a ir a Buenos Aires a firmar un tratado de reconocimiento de la independencia pero era imposible ya que las provincias se habían transformado en estados autónomos, era necesario encontrar una autoridad nacional. En 1822 el litoral firmó el tratado del cuadrilátero que terminaba con las esperanzas del gobernador cordobés, que quería reunir un congreso en su provincia. Los porteños se comprometieron a concederle al litoral la libre navegación de los ríos.
A fines de 1824 se reunió un congreso para redactar una constitución, entre los elegidos había unitarios y federales. La necesidad de un gobierno nacional llevó a nombrar a Rivadavia como el primer presidente en febrero de 1826, esta noticia no fue bien recibida en las provincias. Los hacendados, alarmados por las consecuencias que podía tener la capitalización, dejaron de apoyar a Rivadavia, y este quedo políticamente aislado. Luego de 3 meses la constitución fue aprobada pero todas las provincias la rechazaron. Rivadavia decidió deshacerse de la guerra ya que el bloqueo naval impuesto por Brasil afectaba el comercio, que era la base de recaudación de rentas del estado.

La Ley de Capitalización
Inmediatamente luego de asumir, Rivadavia presentó al Congreso un proyecto de capitalización de Buenos Aires:la ciudad y gran parte de la campaña circundante se proclamaba capital del Estado. Pocos días más tarde emitió un decreto en que ordenaba la demarcación de la capital de la república,y de la provincia de Buenos Aires.

Medidas económicas
Banco NacionalEl Banco de Descuentos de la provincia fue transformado en el Banco Nacional en 1826, y estaba autorizado a abrir sucursales en las provincias. Su capital formado por el aporte del Estado y por acciones que se suscribirían en todo el territorio, sería de 10.000.000 pesos (de la época).
Sus funciones eran: recibir depósitos, tomar dinero a interés, otorgar préstamos, acuñar monedas y billetes convertibles, etc.
El Banco, que absorbió al Banco de Descuentos de la provincia, no logró reunir el capital correspondiente y el papel moneda que emitió careció de respaldo. Los gastos derivados de la guerra del Brasil llevaron al gobierno a solicitar reiteradas sumas que provocaron su ruina. En 1836, vencido el plazo de diez años establecido por la ley, Rosas dispuso su disolución.
Nacionalización de los recursosEl presidente Rivadavia dispuso la inmediata nacionalización de Buenos Aires y sus instituciones, incluida la aduana; la recaudación pasaría al gobierno nacional, quien la usaría en beneficio de todo el país, pero no se contemplaba la distribución entre las provincias. Además, la deuda pública de la provincia de Buenos Aires se nacionalizó.
La ley de Consolidación de la Deuda Pública del Estado declaró hipotecadas todas las tierras públicas de la Nación y prohibió su venta sin permiso especial del Congreso. Se nacionalizaron tierras que hasta ese momento se consideraban provinciales, sobre las que se debía aplicar el sistema de enfiteusis.
Inversiones británicasEl gobierno procuró atraer capitales ingleses para explotar recursos naturales e intensificar la producción; para esto propició la formación de sociedades por acciones. Las más importantes fueron las destinadas a la explotación de las minas de Famatina en La Rioja, pero hemos visto que se organizaron dos sociedades rivales. Las dos sociedades fracasaron.
Hacia 1825 hubo en Europa una crisis económica que se reflejó en la Bolsa de Londres, y las acciones de empresas en América rebajaron sus precios y algunas sociedades quebraron. El capital inglés se retrajo; durante tres décadas no estuvo dispuesto a afrontar riesgos en estas tierras.

Guerra del Brasil
Rivadavia reorganizó el Ejército, incrementó el número de cuerpos de la Escuadra Nacional y creó el Estado Mayor. Si bien inicialmente la posición del Imperio del Brasil fue más ventajosa, las fuerzas eran parejas y la guerra se alargaba, transformándose en una carga económica. Luego de que las fuerzas argentinas vencieran en los triunfos parciales de Ombú y Bacacay obtuvieron el triunfo en la batalla de Ituzaingó, el 20 de febrero de 1827. Sin embargo, la falta de recursos impidió definir la contienda, tanto por tierra como por mar.
Finalmente, Rivadavia envió al ministro Manuel José García a gestionar la paz. García firmó un tratado que luego sería conocido como el "tratado deshonroso", ya que reconocía la soberanía del Imperio sobre la Banda Oriental y se comprometía a pagarle a Brasil una indemnización en metálico y accedía a desarmar la isla Martín García. El presidente Rivadavia rechazó el convenio; pero igualmente sufrió el costo político del pacto, que se convertiría en una de las razones de su renuncia.

Constitución de 1826
Artículo principal: Constitución Argentina de 1826
En 1826, pese a las dificultades internas y externas (la guerra con el Brasil había sido declarada el 1 de enero de ese año) Rivadavia instó al Congreso a dictar una Constitución.
La Constitución sancionada en 1826 proclamaba el sistema representativo, republicano, consolidado en unidad de régimen. El gobierno nacional se organizaba en base al principio de división de poderes. Los gobiernos de provincia estarían a cargo de gobernadores, elegidos por el presidente con acuerdo del Senado, a propuesta en terna de los Consejos de Administración; estos organismos eran elegidos por el pueblo de cada provincia.

Renuncia de Rivadavia
Además de ganarse la enemistad de las provincias del interior gracias a la Constitución de 1826 y todas las medidas centralistas que tomó; la guerra con el Brasil había agotado los recursos. Gran Bretaña presionaba para acordar una paz que garantizase la reanudación del comercio exterior.
La noticia de la negociación de García colmó la paciencia de todos: el presidente desconoció el acuerdo, pero, considerado responsable de la situación, renunció ante el congreso el 27 de junio de 1827. Entregó el mando a Vicente López y Planes, presidente provisorio elegido por el Congreso por una ley de emergencia. El congreso se disolvió y nadie volvió a acordarse de la constitución. La provincia de Buenos Aires recuperó su autonomía, eligiendo gobernador a Dorrego.
El conflicto con Brasil continuó hasta que, durante el gobierno de Manuel Dorrego y con la presión de Inglaterra, se llegó a una Convención Preliminar de Paz, donde se disponía la independencia de la República Oriental del Uruguay y el cese de las hostilidades.

lunes, 31 de agosto de 2009

El conflicto con Francia (1838-1840)






EL CONFLICTO CON FRANCIA





Los ingleses habían conseguido varias prerrogativas en el territorio nacional, como la libertad de cultos y la posibilidad de eximirse del servicio militar, imposición que establecía la ley 1821, para los extranjeros con residencia de más de dos años en el país. Los franceses en 1829, solicitaron iguales derechos para sus nacionales., además de peticionar ventajas comerciales. Esto fue denegado por Anchorena, ministro de Relaciones Exteriores, quien alegó que no había tratados de reciprocidad entre Argentina y Francia.
En 1837, se renovó la cuestión por gestión del vice-cónsul francés, Roger, quien solicitó la liberación del francés César Hipólito Bacle, detenido en Santa Fe, acusado de conspirar contra el gobierno, a favor del dictador boliviano Santa Cruz y del grupo unitario. También pidió la baja para agunos ciudadanos franceses que se hallaban cumpliendo el servicio militar. Las tratativas prosiguieron en términos cada vez más agresivos, hasta que el 24 de marzo de 1838, Rosas fue intimado a cumplir con lo peticionado por parte del Jefe de la Escuadra francesa, Almirante Leblanc, que se encontraba en el Río de la Plata. Al no reconocérsele investidura diplomática para tratar el tema, Leblanc, con consentimiento del estado francés, bloqueó el puerto de Buenos Aires y el Litoral, con graves perjuicios económicos, sobre todo para la Aduana porteña.
Argentina solicitó la mediación de Inglaterra, quien deseaba solucionar la cuestión para no perder sus privilegios comerciales en el Río de la Plata. Argentina dejó clara la posibilidad de conceder la exención del servicio militar a los franceses, pero no en el pedido concreto del detenido, que ya había muerto, y de los soldados que estaban bajo bandera, cuya baja había sido solicitada, ya que cinco eran voluntarios y dos, estaban acusados penalmente.
Sin embargo, Francia no aceptó la mediación, estimulados por los unitarios de Montevideo, que veían la posibilidad de derrocar a Rosas, y le ofrecieron unir sus fuerzas, prometiéndoles a cambio grandes ventajas comerciales, si los unitarios llegaban al poder.
El ultimatum de Leblanc, no fue contestado por el gobierno argentino, y los franceses atacaron y ocuparon la isla de Martín García.
En agosto de 1840, la mediación británica fue aceptada, y se firmó el 29 de octubre de ese año, el tratado de Arana-Mackau, por el nombre de los representantes de ambos países en conflicto, a bordo de la cañonera francesa “Le Boulonnaise”.
Se disponía el pago de una indemnización a Francia, el levantamiento del bloqueo y la restitución de la isla Martín García, más los armamentos y buques de guerra capturados.
Se concedió una amnistía, salvo para los jefes y comandantes de cuerpos, a todos aquellos que se hallaran proscriptos desde los hechos del 1 de diciembre de 1828, contra Dorrego, siempre que depusieran su actitud hostil.
Buenos aires tenía la obligación de respetar la independencia del Uruguay y se establecía el trato de súbditos de las naciones más favorecidas a los franceses y argentinos residentes en el territorio del otro país.






EL BLOQUEO ANGLO-FRANCÉS





En la República Oriental del Uruguay se había desatado la guerra entre Oribe y Rivera. El primero era apoyado por Rosas y sus partidarios, y el segundo por los unitarios y los federales contrarios a Rosas. El gobernador de Corrientes, Berón de Astrada, realizó una alianza con Rivera.
El 31 de marzo de 1839 se produjo un ataque contra Berón de Astrada, que se había sublevado, terminando con su vida.
El Club de los Cinco, formado por algunos miembros de la Asociación de Mayo, jóvenes de ideas liberales, realizaron un complot, dirigido por el coronel Ramón Maza, hijo del presidente de la Legislatura, pero fue descubierto, y Maza fue fusilado el 28 de junio.
En Montevideo, se había constituido la Comisión Argentina, armada por los franceses en apoyo del presidente oriental. Oribe había derrotado en suelo argentino a lavalle, que luego de haber estado exiliado en Montevideo, intentó derrocar a Rosas.
Posteriormente, Oribe regresó a Uruguay y estableció un gobierno opositor al oficial de Rivera en el cerrito. Rosas apoyó a Oribe iniciando, en febrero de 1843, el sitio de Montevideo y las costas uruguayas.
Esto explica que la guerra trascendía la frontera para mezclar ideologías de ambos países, que se asemejaban en sus problemáticas, sobre todo en el tema de la navegación de los ríos, tema que también les preocupaba a Francia e Inglaterra, quienes decidieron intervenir en el conflicto.
También se sumó Brasil, bajo el pretexto de que era necesario abrir la navegación de los ríos interiores para evitar el aislamiento de Paraguay. Francia aceptó participar para proteger a Uruguay frente a la intervención argentina, violando el tratado de Arana –Mackau por el cual se había obligado a respetar la independencia de Uruguay. El puerto de Buenos Aires fue bloqueado por franceses e ingleses a partir de abril de 1845. La isla de Martín García fue nuevamente ocupada.
Rosas intentó fortificar el Paraná, pero el 18 de noviembre se produjo un encuentro armado en la Vuelta de Obligado, logrando abrirse paso la escuadra anglo-francesa.
En 1845-1846, se redujeron drásticamente las exportaciones inglesas a causa del conflicto. El canciller inglés Aberdeen renunció y el cargo volvió a ser ocupado por Palmerston que ordenó el retiro de las tropas inglesas del sitio de Montevideo.
El conflicto terminó con Inglaterra en 1849, con el Tratado Arana-Southern-Leprédour, pero éste último, en nombre de Francia, recién firmó una paz definitiva con Rosas en 1850.
Por esos acuerdos, Oribe fue reconocido como presidente uruguayo, se desarmó a los extranjeros en Montevideo, y las divisiones argentinas emprenderían el regreso. Fue devuelta la isla de Martín García y la navegación del río Paraná quedó como una cuestión a resolver por Argentina.

lunes, 24 de agosto de 2009

Asamblea del año XIII (1813-1814)







La Asamblea del Año XIII, también conocida como la Asamblea General Constituyente del Año 1813, fue convocada por el Segundo Triunvirato, en las Provincias Unidas del Río de la Plata, que había accedido al poder en octubre de 1812. El objetivo fue llamar a una Asamblea que representase a los pueblos recién emancipados y que se definiese el sistema institucional de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Aunque no logró contar con algunos representantes del interior, esta Asamblea se inauguró el 31 de enero de 1813.
El propósito era proclamar la independencia y redactar la Constitución del nuevo Estado. Durante su transcurso, los intereses sectoriales dividieron a los diputados, lo que terminó con una postergación de la declaración de la independencia. No obstante, durante esta Asamblea se establecieron una serie de resoluciones importantes





Resoluciones de la Asamblea








Estableció el Escudo Nacional Argentino.
Encargó la composición del Himno Nacional Argentino.
Dictó la libertad de vientres de las esclavas.
Eliminó mayorazgos y títulos de nobleza.
Libró a los indígenas de la obligación de pagar tributo.
Mandó a acuñar la moneda nacional.
Abolió la Inquisición y la práctica de la tortura.
Puso fin al tráfico de esclavos.
Aprobó un estatuto reglamentario que reemplazaba al Triunvirato por un Directorio unipersonal.
En relación con los esclavos, sus promotores anunciaron que su primera medida sería la liberación de todos los esclavos en el territorio nacional; eso provocó las airadas protestas del Brasil, ya que muchos de sus propios esclavos se fugaban hacia el territorio rioplatense. En consecuencia se dictó sólo la libertad de vientres: esta ley consistía en que los hijos de esclavos nacidos en territorio de las Provincias Unidas, eran libres. La esclavitud se abolió definitivamente con la Constitución Argentina de 1853.











Fueron las primeras monedas utilizadas en la Asamblea.